jueves, 3 de septiembre de 2015

Ruinas

Y te miro y veo el reflejo de la pura serenidad en ti, de la templanza entre tanto ruido. Me descoloca este frío que aparece en noches de septiembre, después de tanto fuego, después de tanta locura. Es irónico que a veces vengan las lágrimas después de las risas y no las risas después de tanto llanto. Siempre se escucha el dicho de "después de la tormenta siempre llega la calma", pero nadie habla de la devastación que realiza la temida tormenta, nadie habla de todas y cada una de las atrocidades que provoca. Ni Roma está tan derribada como tú ahora mismo. Te miro y veo Roma en tus ojos. La serenidad se esfuma y la tormenta fluye, y cuando calma, sólo quedan ruinas. Te miro y sólo quiero que vuelva a ti la felicidad, la inspiración que me transmitías día a día. Quiero que vuelva tu tú. Porque no hay mayor tristeza que ver tormenta en la persona que amas. 
Mi locura en mi cordura, mi Norte en el Sur, mi ying siendo el yang. Mi esperanza, mi agonía. Todo. Qué puedo pedir si no eres tú. Me necesitas como yo te he necesitado tantas veces, y siento que no puedo ofrecer ni la mitad de lo que tu me ofreciste por el simple echo de que en tu ruina se encuentra mi propio ser, y no encuentro la manera ni la fuerza de verme fuera de tu tormenta. No sé estar bien si tú no lo estás. Y quiero, más bien necesito ver que vuelves a sonreír. Que sea tu sonría en la mía, y la mía en la tuya. Que sean mis dedos rozando tu cuerpo lo más importantes en este momento. Que sean tus "te quiero" bajito en mi oído y nada más. Que te quiero aquí, y no allí entre tanta ruina. Te necesito conmigo, me necesitas contigo. Y me dejo hasta el alma con tal de ver como Roma se reconstruye en ti y vuelven los romanos a la vida. Renacer en tu propio ser. Amanecer después de tantos días de lluvia. Verano después de un mal invierno. 

Alegría, sólo eso necesito ver en ti. 

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