lunes, 5 de mayo de 2014

Regreso.

Me mira, y avergonzada aparto la mira, cómo si su mirada pudiese descifrar todos mis pensamientos tan sólo clavándose fijamente en mis ojos, cómo con sólo una mirada pudiese descubrir en mi todo lo que nadie jamás ha sabido. Él, entre tanto, tan sólo me mira, y seguidamente desliza su mano por mi barbilla y la alza, intentando así que yo le devuelva la mirada que tanto anhela, pero es en vano, porque yo insisto en mirar hacia el suelo, porque mirarle me supondría un gran pudor, no obstante, me arriesgo, y decido levantar la mirada y por primera vez desde hace mucho vuelvo a cruzarme con esa mirada color canela. De alguna forma siento como si me desnudase mientras me mira, de arriba abajo y de abajo a arriba, no se deja ni un sólo detalle de mí, y cuando acaba, vuelve a fijar la vista en mi mirada y se limita a sonreír, cómo queriendo decir que era yo lo que tanto tiempo llevaba buscando y ha logrado al fin encontrar.
No hizo falta ninguna otra acción para saber que era él lo que ansiaba desde hace mucho, o mejor dicho desde que se marchó sin ningún motivo, arrebatando así el único motivo por el cual era capaz de sonreír y evadirme de todo aquello que me rodeaba, él. Mi mano izquierda se alzó llegando así a su cara, cada vez más cerca el uno del otro, pero no era de esas veces en las que los cuerpos pedían fundirse, es más, lo único que necesitamos es estar uno junto a otro. Entonces mis dedos comenzaron a bailar en sus labios, rozando la comisura de estos, vuelve a sonreír, se me acelera el corazón, pero no por los nervios, si no por la necesidad que tenía de volver junto a él, de sentir su agitada respiración al compás de la mía. Le devuelvo la sonrisa, y sé perfectamente en lo que piensa cuando ve que sonrío, le miro cómplice y se ríe por primera vez en todo este tiempo. No necesito nada más para volver a ser feliz, su risa me llena en todos los sentidos, verle a mi lado y riendo es una satisfacción muy grande que jamás podría explicar, pero sin un cómo ni un por qué me hace completamente feliz. Sin esperarlo, veo que poco a poco se acerca más a mi, su cuerpo y el mío se aproximan de una manera en la que sólo dos personas que se quieren lo harían. Me agarra de la cintura, e instintivamente mis brazos se enganchan tras su nuca, haciendo así que un beso surja inevitablemente.
Un beso de cualquier otra persona no habría despertado en mi tantísimos sentimientos y ni mucho menos lo habría disfrutado de esta manera. Es un beso con sabor a recuerdos, a buenos momentos que de alguna manera se recuerdan de esta manera. Un beso dulce, un beso único, que no querría más que de él, de nadie más. Un beso que me da esperanzas, alegría. Sólo pienso que éste no sea el último beso que nazca de nosotros dos, que no sea la última vez que volvamos a sentirnos tan juntos. Sólo espero que no se vuelva a ir otra vez, dejándome hundida y sola una vez más, porque con su regreso la alegría ha vuelto consigo.