miércoles, 20 de agosto de 2014

Un instante.

A mi parecer, jamás se sabe demasiado de nada, y de lo que menos, de la vida. 
La vida es tantas cosas y a la vez no es nada. Puede ser un instante o una eternidad, un suspiro o un desaliento, la mayor alegría o una simple caricia, tan sólo es el punto de vista desde donde la mires. La importancia que le des a cada suceso, a cada segundo de vida que tengas con la suficiente consciencia para saber que ocurre a tu alrededor. Tampoco tengo mucho que opinar sobre ella, o más bien sé bastante poco, sólo puedo hablar de los 16 años de vida que tengo, donde poco a poco, he podido apreciar lo más bello y lo más desastroso que me ha dado la vida hasta ahora, y desde la sinceridad, ninguno de esos hechos los cambiaría, porque a la hora de la verdad, son los que me han hecho llegar hasta aquí, y no digo que sea ni el mejor ni el peor sitio del mundo, simplemente estoy aquí, y creo que eso es suficiente. 
¿Qué si cambiaría algo? Cambiaría tantísimas cosas, pero al fin y al cabo aún es pronto, el sitio ni mucho menos es definitivo, aún me quedan miles de vueltas hasta llegar a donde me depare la vida, o más bien a donde yo decida, yo soy la única que tomo el timón de este barco y decido a donde dirigirlo.
¿Qué si soy feliz? Podría serlo más, pero nunca hay que pedir demasiado, las cosas buenas vienen en pequeñas dosis, además, aún me queda mucho para poder disfrutar, conocer a miles de personas, enfadarme con otras miles y querer a unas pocas más.
Todo cambia y todo, cuando menos te lo esperes, da un vuelco y hace que tu vida esté patas arriba en un milisegundo, que todo lo que era, ya no es y todo lo que es, no será en unos minutos. Pero la monotonía y la cordura en grandes cantidades abruma. Siempre son necesarios los cambios y la falta de cordura, las locuras luego son lo más preciado de cualquier momento, y si nos abstenemos a que sucedan, luego nos acabamos arrepintiendo.
No tengo mucho más que añadir, simplemente que no cuadricules, que las mejores cosas siempre salen con la mínima preparación y antelación. Que jamás busques la perfección en nada, porque nada y todo es perfecto, simplemente hazlo a tu manera. Que no hagas una montaña de un minúsculo grano de arena, todo se acaba solucionando con el paso del tiempo, solo es cuestión de esperar. Y por último, y no por ello menos importante, que nunca, nunca, desperdicies un segundo de tu tiempo, porque un segundo, o incluso un instante, pueden ser toda una vida.

domingo, 17 de agosto de 2014

Nunca te des por vencido.

 Supongo que sólo se aprende a base de palos, y si no es al primer tropezón, al cuarto o quinto acabarás en el suelo, con un montón de rozaduras, en la cara, en las rodillas, en las manos, en los codos...pero una vez más, mirarás todos los roces y verás ahí también las cicatrices, recuerdos, antiguas caídas, y deberás pensar; esto sólo es una vez más de muchas, todo dolor cesa, pero siempre quedará ahí el recuerdo, esa pequeña marca en tu piel que te recordará todo lo pasado, pero que jamás hizo que todo lo que te propusiste acabase ahí, te dio más fuerza para coger impulso, levantarte del suelo y continuar. Con las ideas más claras que nunca y con la voluntad de llegar ahora si, a la meta.
La vida se compone de baches, obstáculos, muros y hasta montañas gigantes que se ponen delante de ti creyendo así que temerás a continuar por no ver un camino llano por el que pasear hasta llegar donde te propones. A veces es necesario correr, trepar e incluso pelear para superar todo lo que se te pone por delante, y siempre hay que dar el cien por cien de ti para lograr pasar, para ver el final del camino, y darte cuenta que todo obstáculo sería poco, porque siempre llegarás a donde te has propuesto si lo quieres con todas tus fuerzas.
En definitiva, con esto quiero decir que no importa las veces que te salgan mal las cosas, jamás te des por vencido, porque tú no lo sabes, pero puede que a la próxima vez que lo intentes encuentres ahí lo que buscabas.