Me encanta que seas así, tan tú. Con tus imperfecciones que
me encantan y tu locura que me da la vida. Las tonterías que haces que me
contagia tu alegría. No sé cómo explicar que eres mi pequeña felicidad. No
esperaba a nadie cuando apareciste, y sin saber muy bien cómo, acabaste siendo
al que más necesito día a día.
Que te quiero, y no te haces una idea de hasta dónde. Porque
un “te quiero” no es más que palabrería si no se demuestra día a día, y tú me
has demostrado que me quieres más que cualquiera lo ha podido hacer hasta ahora.
Me has demostrado que sobran las palabras bonitas cuando me agarras de la mano
y me haces ver que el mundo es menos malo cuando camino junto a ti. Mi fuerza
al día cuando me dijiste aquella vez que podía conseguir todo lo que quisiera.
‘Helena, si quieres, puedes’. Y lo llevo tatuado a fuego porque ahora sí,
confío en mí, gracias a ti. La estabilidad de mi vida y a la vez desaliento en
esta montaña rusa llena de vaivenes. Dejé de pensar que la palabra “amor”
estaba infravalorada cuando me di cuenta de que lo que hay detrás de ella es la
verdadera felicidad. Porque sí que podría ser feliz de otras muchas maneras,
pero yo quiero serlo así, con amor, contigo. Eres el lugar más remoto para
viajar cuando uno quiere olvidarse de todo y desconectar.
No me cansaría de escribir cosas bonitas si tú eres quien me
inspira, no podría parar de dedicarte cada palabra si lo que sintiese no fuese
amor. Te has hecho esencial en apenas
dos meses y ni yo me lo explico, y quien piense que estoy loca que venga y me
lo diga, porque yo le diré que mida mis pulsaciones cada vez que tengo la
oportunidad de pasar un segundo junto a ti. Te quiero, y te lo repetiré hasta
que te parezca pesada, te lo demostraré hasta cuando lo sepas de sobra, porque
decirlo nunca está de más, porque no quiero que lo olvides, ni quiero que me
olvides.